El Atticgo BM Elche sigue siendo un equipo fiable. El conjunto franjiverde sellaba el pasado sábado, hace una semana, la temporada 2024/2025 con un nuevo subcampeonato de Liga Guerreras Iberdrola, el tercer en tres años en los que el playoff por el título ha estado instaurado como formato para dilucidar al campeón liguero. La plata sumada ante el Super Amara Bera Bera es la quinta, tras las logradas en las campañas 2012/2013 y 2019/2020. Estas dos fueron en formato liguilla, aunque la segunda se podría haber mejorado de no haber sido por el parón y suspensión de la competición por la crisis sanitaria del COVID-19 que sufrió el planeta.
Las jugadoras de Joaquín Rocamora nunca han dejado de creer en la idea de su entrenador. A pesar de que la plantilla franjiverde había sufrido una profunda remodelación, con la salida de jugadoras de la talla de Danila So Delgado, Tessa Van Zijl, Pipy Wolfs, Alexandra Do Nascimento, Katia Zhukova o Nuria Andreu, entre otras; el ADN del CBM Elche se ha impuesto a las dudas lógicas de no obtener los resultados deseados, cuando el balonmano, como la gran mayoría de situaciones, necesita tiempo para poder trazar sus líneas maestras y asentar sus bases y pretensiones.
Modelo definido
El Atticgo BM Elche ha sido capaz de cuajar un año 2025 notable en el que sólo ha acumulado seis derrotas en veintiún partidos ligueros (tres en playoff), y con dos rachas consecutivas de triunfos de cinco y siete, con el paréntesis del tropiezo sufrido en el Esperanza Lag ante el campeón de la fase regular, el Mecalia Atlético Guardés. Unos números que se suman a otro hito que, dentro del estilo de juego de Joaquín Rocamora, es fundamental; haber sido el equipo menos goleado de la categoría. La idea de juego del entrenador oriolano ha sido su aval y el respeto de las jugadoras hacia el modelo, el arma para poder llevarla a cabo.
Las ilicitanas han sido capaces de revertir críticas, tan aisladas como injustas, sobre sus resultados, por el simple hecho de comparar los puntos en la clasificación de un equipo hecho, como el de la temporada pasada, con otro, que ha estado en plena construcción durante varios meses de competición. La resiliencia con la que el Atticgo BM Elche ha sabido aferrarse a la pista y al trabajo diario, han sido la mejor respuesta a la incredulidad y los atisbos catastrofistas que han intentado sin éxito generar una estéril teoría en torno al rendimiento del equipo de Joaquín Rocamora durante el presente curso.
El mayor logro del Atticgo BM Elche 2024/2025 ha vuelto a ser la filosofía de su entrenador. Joaquín Rocamora ha conseguido convencer para vencer. Ha modelado jugadoras debutantes en la élite, como Vanessa Rubio, Esther Martín-Buro y Azul Spinelli (lamentablemente lesionada de gravedad), para convertirlas en piezas clave; ha sabido gestionar el crecimiento deportivo de niñas como Daniela Aguado o Erika Vladu que, bajo el programa de alto rendimiento que el CBM Elche tiene instaurado en busca de generar talento para sustentarse en el futuro, han aceptado el resto para corresponder con trabajo a la confianza del oriolano. Ha dado oportunidades para debutar a la cantera, Claudia Coves y Vicky Peñas, mientras ha convertido en fijas en entrenamientos a jugadoras de futuro como Udane Bernabé y Teresa Antón.
Jugadoras de futuro
Y no sólo eso. También se ha reforzado el papel y la experiencia de jugadoras que, sin debutar esta temporada en la élite, han tenido la primera oportunidad de refrendarse y hacerse fuertes en la máxima categoría del balonmano femenino español, como Noelia Solla o Carmen Figueiredo. Todas ellas, apoyadas por la vieja guardia. Las que empezaron no hace mucho siendo promesas y ahora son referentes. Algunas ya son internacionales como Nicole Morales, Paola Bernabé, Lisa Oppedal y Paula Agulló; otras, valores seguros que cada equipo necesita, como Clara Gascó, Zaira Benítez o Patricia Méndez. Y, cómo no, la experiencia. María Flores, la capitana, o Carmen Prelchi y Marisol Carratú. Todo, con la eclosión en forma de gol de Kelly Rosa.
Una mezcla perfecta que permite seguir engrasando el motor de la maquinaria del CBM Elche. Un club que parte de una idea clara, el trabajo no se negocia y con trabajo la distancia entre no ganar y ganar es más corta. Que luego el esfuerzo cristalice en forma de victorias es algo que sólo depende del acierto, e incluso de la buena o de la mala suerte. Habrá quien hable del mal fario, por el hecho de no haber podido transformar en títulos todos los méritos acumulados; pero también habrá quien pueda, y sepa, ver más allá y extraer la parte positiva de una época en la que el Atticgo BM Elche ha sido capaz de convertir lo extraordinario en cotidiano. Ese es su mayor logro. Enganchar y fidelizar a una masa social, sentir el aliento de la grada durante un partido, saber que los más pequeños y pequeñas acuden al Esperanza Lag identificados y ataviados con los colores de sus jugadoras y su equipo. Bendita maldición la de perder en la pista, pero ganar en la vida.
Texto: Jerónimo Tormo / Fotografía: CBM Elche